El valor del trazo científico

11:28:00



Israel Sánchez
Cd. de México (29 julio 2019).- Desde hace varios siglos, la ciencia cuenta con un valioso aliado que, a pesar de los nuevos desarrollos tecnológicos, no pierde su pertinencia: el dibujo científico.

Y es que, por más que hoy día no haya nada más fácil para capturar una imagen que sacar el celular y tomar una foto -con la alta calidad con que cuentan sus cámaras-, la labor de los ilustradores científicos ayuda a profundizar el conocimiento e incluso a ir más allá de lo que se puede ver.

"Es la forma de representar la naturaleza lo más fielmente posible", señala en entrevista Alberto Guerra (CDMX, 1979), licenciado en diseño y comunicación visual, cuyos trabajos han ilustrado la anatomía, taxonomía, biología e identificación de varias especies animales y vegetales.

"El interés del humano desde toda su existencia ha sido plasmar la naturaleza tal cual para, al menos, poder saber que esta planta es venenosa, ésta no, que este animal es ponzoñoso".

Esta labor, ejemplifica Guerra, se remonta a las expediciones de exploradores y naturalistas, como Alexander von Humboldt y otros, que recorrían nuevas tierras -Oceanía, África, Indonesia, la propia América- pobladas por especies animales y vegetales nunca antes vistas en Europa.

Al no haber las condiciones apropiadas para que sobrevivieran el viaje hacia el Viejo Continente, la única forma de conservar muchos de estos nuevos descubrimientos era a través de los trazos de los dibujantes.

"(El dibujo científico) es una herramienta que nos permite tener un mayor conocimiento justo de la diversidad que hay", expone Lina Romero, artista visual y bióloga, quien ha realizado ilustraciones para distintos laboratorios de la Facultad de Ciencias de la UNAM.

"Siempre ha ido esta descripción gráfica de la mano del conocimiento científico".

Lo que dota de rigor estas ilustraciones es justamente la labor conjunta entre artista y científico, quien aporta la mirada experta sobre las partes anatómicas de las especies y su función, por ejemplo.

"Lo que hace que el dibujo sea científico es que detrás del dibujante hay un experto en el tema, porque si no sería un dibujo naturalista -que sólo busca retratar fielmente lo que se ve en el mundo sin ahondar mucho más allá, sin saber las partes específicas que identifican y diferencian a una especie de otra-", precisa Guerra.

Se trata de un trabajo que combina el estar ahí con el ejercicio abstracto de imaginar, pues lo mismo los artistas son invitados a alguna exploración para dibujar in situ o conocer de primera mano el ambiente -por lo que incluso han tenido que bucear-, o deben ilustrar a partir de fotos y descripciones de expertos.

Los minuciosos detalles y la exactitud son la clave, lo cual sólo es posible con mucha paciencia y pasión, comparten Guerra y Romero, cuyos trabajos han sido publicados en artículos científicos y revistas especializadas de reptiles, plantas y microartrópodos.

"A veces llevas horas dibujando un ejemplar bajo el microscopio y se te mueve un poquito, y entonces tienes que volver a empezar de nuevo, porque se desfasan las escamas, la profundidad de campo, y es un patrón distinto.

"Tienes que ser muy minucioso: las proporciones, los tamaños, las escalas; siempre tienes que estarte fijando en eso. Un milímetro ya te pasaste, y entonces así no era la escama o así no era esa estructura, y hay que rehacerla", detalla Romero.

Algunas de las disciplinas que se valen de la ilustración científica son la medicina, para detallar partes que serían más difíciles de percibir en una simple foto; arqueología, donde a veces hay que recrear cómo lucían estructuras a partir de vestigios hallados; paleontología y paleobotánica, que permiten darle un rostro a plantas y dinosaurios cuyos fósiles son encontrados; astronomía, para explicar por qué los cuerpos celestes lucen como lo hacen, y la biología.

"Para dibujar la biología que existe faltan generaciones enteras. Sólo de insectos o de bichos marinos va haber miles de generaciones que no van a poder acabar con un dibujo al menos de cada especie", expresa Guerra.

Formando ilustradores.

En los últimos años, el dibujo científico ha tenido un auge alrededor del mundo, impulsado, en buena medida, por la difusión de los trabajos a través del internet, considera Guerra.

También le parece que la renovada preocupación general por cuidar el ambiente ante los graves efectos de la contaminación y la mano humana ha sido un aliciente para este tipo de ilustración.

"Hasta hacer una mini historieta muy sencilla y cómica puede ayudar a generar consciencia, o algún dibujo muy detallado sobre que estás dañando ciertos ecosistemas con tus acciones", indica.

Las nuevas apariciones de especies que no habían sido vistas nunca, o al menos en muchos años, también motiva la producción.

"Como que también eso da un poquito de aliento, entonces la gente se va motivando más a hacer una producción gráfica que justo esté alentando el procurar nuestro ambiente", celebra Romero.

Gracias a este auge es cada vez más común hallar cursos para aprender a hacer este tipo de dibujo, aunque pocos de quienes los toman deciden ir más allá.

"Hay mucho interés en aprender, pero no tanto en dedicarse a esto", dice Guerra, quien junto con Romero actualmente imparte el curso "Dibujo científico en su tinta", en el Taller de Gráfica Nahual.

En éste buscan ofrecer un acercamiento más parecido a la práctica del siglo 18, donde el dibujo se hacía con técnica gráfica.

"(Enseñamos) la forma del dibujo solamente con línea, a blanco y negro, que creo que es prácticamente lo que más te piden en las publicaciones científicas", explica el ilustrador.

"(Y) que tengan el conocimiento de dibujo a tinta, que también es una de las técnicas más difíciles".

Son cinco sesiones sabatinas de cuatro horas cada una en este curso, que es la antesala de otro que impartirán en octubre en el marco de la Reunión Nacional de Malacología y Conquiliología.

"También queremos resaltar esta parte de que tu dibujo debe de ir respaldado por alguien más, debe transmitir un conocimiento y debe ser una herramienta de apoyo para divulgación, o para seguir generando más conocimiento", añade Romero.

En un sitio tan rico en ecosistemas como México, y con una inmensa variedad de especies animales y vegetales, tener una buena base de ilustradores ayudará a complementar la labor de los científicos.

"Hay mucho que hacer", concluye Guerra.

Fuente: reforma

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