La esperanza en un hornillo de arcilla

8:59:00

Al conducir por Malawi es habitual observar bicicletas atestadas de leños de madera que se amontonan mágicamente en la parte trasera. Apenas si puede verse al que pedalea pesadamente. Otros empujan las bicicletas con sacos de carbón acomodados de forma estratégica para equilibrar el peso. Sin embargo, la imagen más común es la de las mujeres cargando largos maderos sobre sus cabezas. Acompañadas de sus hijos caminan junto a la carretera de vuelta a casa tras una jornada en busca de la leña que les permita preparar la comida.

El 97% de Malawi utiliza combustibles sólidos para cocinar, siendo la leña el más empleado. Según los datos de la Oficina Nacional de Estadística, la población crece a un ritmo constante y se prevé que el país sudafricano supere los 20 millones de habitantes para el final de la década. De mantenerse tanto el crecimiento de población como el uso de la leña, la degradación de los cuatro millones de hectáreas de bosque de Malawi empeorará. “La mayoría de la población no es consciente de esto, sólo actúan cuando lo notan en el bolsillo”, explica Christa Roth, asesora alimenticia y de combustible.

La degradación forestal hace que sea más difícil encontrar la leña, así que las mujeres tienen que caminar distancias más largas para recogerla y el precio de la misma se encarece entrando en un círculo vicioso de complicada salida.

Sin embargo, se avecinan tiempos de cambio en las costumbres culinarias del país. Numerosas organizaciones como Hestian, o Maeve impulsan el uso de unos hornillos de arcilla cuyos beneficios medioambientales, sanitarios y sociales todavía están por explotar, aunque comienzan a dar resultados. Este nuevo concepto de cocina ha tenido tal repercusión que la propia presidenta de Malawi, Joyce Banda, anima a la población a que 2 millones de viviendas cuenten con cocinillas sostenibles para 2020.

Arcilla ecológica, sana y económica

Una mujer utilizando una cocina mejorada. / CHRISTA ROTH
Las chitetezo mbaula (hornillos protectores, en español) son unas cocinillas optimizadas que se han convertido en una herramienta para mejorar la calidad de vida de la población malauí. En 2004, Christa Roth inició los primeros prototipos de estos hornillos de arcilla que “se vendieron solos” ya que la gente pudo comprobar cómo el consumo de leña se reducía considerablemente con respecto al método de las tres piedras habitual.

Tradicionalmente en Malawi se ha cocinado con el rudimentario proceso de poner tres piedras en forma de triángulo sobre el que se coloca el cazo o sartén. Esto no es más que una cocina a fuego abierto que conlleva riesgos de incendios y provoca el esparcimiento de ceniza. Con este método las emisiones de humo se incrementan debido a una deficiente combustión de la leña necesitando incluso más cantidad sobre todo cuando sopla viento.

A más leña utilizada mayor es el impacto medioambiental. Con la continua degradación de los bosques, proliferan las inundaciones durante la temporada de lluvias y además se erosiona el suelo y se condena al paisaje. Sin campos de cultivos, desnudos de sus minerales, la imposibilidad de la siembra es una consecuencia directa que afecta a una población mayoritariamente agrícola. La venta de carbón se toma entonces como una posibilidad de generar ingresos. De nuevo otro círculo vicioso.

El equipo de Fuel, dirigido por la profesora agregada en Pólizas Medioambientales de la Universidad de Carolina del Norte, Pamela Jagger, lleva desde el pasado septiembre estudiando los beneficios de las cocinas mejoradas. Fuel ha analizado cómo las chitetezo mbaula disminuyen el consumo de leña en un 44%. El estudio ofrece, aunque de forma preliminar, datos comparativos con respecto a las emisiones de monóxido de carbono (CO) y de partículas en los que se refleja cómo estas se reducen a la mitad usando los hornillos de arcilla.

Durante la combustión de biomasa en fuegos abiertos las emisiones acarrean infecciones respiratorias como la neumonía, el asma o el cáncer de pulmón. Según un análisis publicado en la revista Lancet a finales de 2012 la contaminación del aire de los hogares a partir de combustibles sólidos fue el tercer factor de riesgo de la Carga Mundial de Morbilidad y Mortalidad por detrás de la presión arterial alta y el consumo de tabaco.

“Casi el 50% de las muertes por neumonía en niños menores de 5 años se debe a la exposición a la quema de combustible”, explica la doctora Deborah Havens a Planeta Futuro desde Chilumba, al norte del país. Havens, experta en Medicina Interna y en Medicina Ambiental, trabaja como consultora para el programa Caps, que intenta cuantificar los beneficios para la salud de las cocinillas mejoradas en Malawi. “Hubo una prueba conocida como 'Respire' en Guatemala en la que se encontró una disminución probable de ciertos problemas de salud. Pero por lo demás, las evidencias han sido escasas”, dice Havens.

Durante la última convención de “Cocina Limpia” celebrada en Lilongwe, capital de Malawi, Fuel también presentó un hornillo de la marca Philips cuyos resultados son muy beneficiosos tanto para la salud como para el medioambiente. De todas formas, “este modelo es imposible implementarlo en Malawi”, dijo la profesora Jagger en su presentación. El hornillo cuesta 90 dólares, una cantidad que la mayoría no puede permitirse por lo que las chitetezo mbaula se presenten casi como la única opción viable en el país. Estas sólo cuestan 1000 kwachas, algo menos de 2 euros, y su diferencia en emisiones y gasto de combustible no son tan amplias como la moderna cocinilla de Philips.

La proyección de una idea

Existen numerosos modelos de hornillos repartidos por toda África que se unen al esfuerzo de mejorar las condiciones de vida. “Puede haber tantas cocinillas como circunstancias”, explica Roth. Además la consultora recuerda que estas deben responder a las características del acrónimo inglés 'clean': conveniente, disminución en emisiones, eficiente, económico y no dañino. Y la chitetezo mbaula aglutina todo estos atributos posicionándose como el hornillo más factible para Malawi.

A pesar de los beneficios, el camino no ha sido fácil. “Se necesita política detrás de la idea”, dice Roth, quién recalca cómo el gobierno malauí estuvo muchísimos años negando el problema de la biomasa. En África más del 95% de la población utiliza combustible sólido para generar energía siendo además el único continente donde la tendencia crece. Malawi hasta hace menos de dos años no se interesó por tomar medidas y la perseverancia de personas como Christa Roth hizo que finalmente se firmara la anexión a la Alianza Global de Hornillos Limpios. 

Los centros urbanos fueron reacios en un primer momento a este proceso de expansión de las chitetezo mbaula. “La gente era muy escéptica porque (el hornillo) está relacionado con las áreas rurales”, explica Maya Stewart, fundadora y directora de proyectos de Maeve. Sin embargo, Stewart y su equipo quedaron sorprendidos por la arrolladora respuesta del mercado tras la campaña de comercialización. “Ahora las familias que invertían dinero en carbón o leña lo destinan a comida”, dice Maya en el día de puertas abiertas de Cocina Limpia.

A pesar de que organizaciones como Maeve están distribuyendo los hornillos por supermercados y estaciones de servicio todavía hay muchos ciudadanos que desconocen los buenos resultados de la chitetezo mbaula.“Hay gente necesitada en las zonas urbanas que tiene que acostumbrarse a estas técnicas de cocina mejoradas porque siguen usando mucho carbón y leña”, dice el Secretario Principal del Ministero de Energía, Dr. Winford Masanjala, a favor de reducir la dependencia de la leña en un 40%.

Gracias a estas cocinas mejoradas se consume menos combustible ahorrando en el tiempo de recolección de leña. Al mantener el fuego encerrado en el recipiente de arcilla se acelera el tiempo de cocción y también proporciona seguridad a las mujeres, encargadas de la tarea, y a sus hijos que normalmente las acompañan. Además son más limpias ya que generan menos humo y ceniza. Otra de las principales ventajas es que al tener asas, las cocinas mejoradas pueden ser portables facilitando su traslado.

Nuevo hornillo, nuevos horizontes para las mujeres

Mujer malauí cargando ramas de guandul para prender el fuego de ola cocina en la casa. / CHRISTA ROTH
Desde 2012, Lilongwe acoge un evento anual dedicado a evaluar la situación en el sector energético, alimenticio y sanitario del país teniendo a las cocinas mejoradas como protagonistas. El pasado año los participantes acordaron estandarizar la producción de las chitetezo mbaula para garantizar su calidad. Así, muchos han seguido el ejemplo de aquellas rudimentarias cocinillas con las que se encontró Christa Roth a principio del 2000 y han aplicado los nuevos patrones para abastecer la demanda.

Surgen entonces oportunidades de negocios en un país que puede convertir a los hornillos de arcilla en una insignia local ya que estos se fabrican con recursos naturales autóctonos y sin la actuación de intermediarios o importaciones. Un proyecto factible y sin muchos costes para los que se aventuran a abrirse camino en este nuevo mercado.

Alfred Chisali, uno de estos emprendedores, es propietario de un gran centro de producción de chitetezo mbaula a las afueras de Lilongwe. Tras entrar en el mercado, Alfred pasó de fabricar 300 a 1.500 unidades mensuales.

La mayoría de los empleados en estos centros de producción son mujeres. Alfred tiene a 14 contratadas cuyos maridos son agricultores en su mayoría. Ellas han visto en las chitetezo mbaula una coyuntura para independizarse del hombre. Ya no dependen de la temporada de siembra o recolección para generar un sueldo mensual. Han abrazado el negocio para olvidar las horas de recolección de leña y los peligros que acarrea, tanto para ellas como para sus hijos, pasar horas cocinando en un fuego abierto. Las mujeres se encargan de todo el proceso: consiguen la arcilla, la moldean, dejan secar los hornillos, los finalizan y en algunas ocasiones incluso los cuecen. Además realizan tareas de promoción y venta completando así todos los niveles de un comercio que les proporcionan ilusionantes miras. Florecen esperanzas para las mujeres dentro de un marco cultural tan patriarcal como el malauí.

“Las mujeres ganan más que sus maridos, pagan las tasas de las escuelas y en definitiva son la economía de la casa”, dice Roth. Gracias a estos ingresos muchas familias han mejorado sus condiciones de vida pudiendo comprar ganado para ahorrar en materias primas y manteniendo a sus hijos en la educación secundaria.

Aunque queda mucho por recorrer, sólo el 8% de la población utiliza las cocinillas mejoradas, Malawi demuestra que con creatividad y utilizando sus propios recursos puede resolver por sí sola el problema de la degradación de sus bosques, reducir las muertes por infecciones respiratorias y ser cada día una sociedad más igualitaria en materia de género.

El impacto medioambiental y sanitario de los métodos de cocina tradicional en Malawi

Porcentaje de la población que utiliza combustibles sólidos para cocinar: 97%
Población que utiliza leña para cocinar: 91,40%
Población que utiliza estiércol para cocinar: 0%
Población que utiliza carbón para cocinar: 7,20%
Población que utilizan electricidad para cocinar: 1,20%
Población que utiliza cocinillas mejoradas de biomasa: 8%
Número de personas afectadas por la contaminación del aire en los hogares: 15.429.289
Número de casas afectadas por la contaminación del aire en los hogares: 3.588.207
Número de muertes infantiles por año por la contaminación del aire en los hogares: 5.852
Muertes al año por contaminación del aire: 600

FUENTE: http://elpais.com/elpais/2014/04/28/planeta_futuro/1398704008_268213.html

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